La importancia de la estimulación sensorial en los primeros años.

A través de los sentidos, el niño/a experimenta sus primeros contactos con el mundo que les rodea.
Desde que está en el útero materno, recibe sus primeras impresiones a través de sus órganos sensoriales.

El desarrollo sensorial, coincide desde el principio con el desarrollo motor, socioafectivo y cognitivo.
La estimulación sensorial proporciona al bebé grandes beneficios, permitiéndole organizar toda la información recibida en el cerebro.

La falta de estímulos afectivos, sensoriales, físicos y ambientales producen retrasos en el desarrollo que podrían llegar a ser irreversibles. A partir de esta evidencia, en la década de los 70 se demostró que el pronóstico de los niños/as con enfermedades o problemas que afectan a su desarrollo psicomotor, mejoraba con la aplicación precoz de una intensa estimulación sensorial y motora, que hoy se considera fundamental en el tratamiento de estos bebés. De este modo, cuando un niño presenta un retraso, se le remite a centros especializados (hoy llamados "de atención precoz"), que además de completar el diagnóstico y tratar sus causas si es necesario y posible, inician unos ejercicios y actividades de estimulación para potenciar al máximo sus capacidades.

Tan pronto como esta estrategia fue de dominio público, casi de modo espontáneo se empezó a aplicar también a niños sin problemas, pensando que también ellos podrían obtener beneficios con una estimulación especial. No hay pruebas de que esto sea así, y si es cierto que la estimulación adecuada es imprescindible, también lo es que su exceso aplicado sin criterio es contraproducente, pues puede aturdir al bebé, frenando su propia iniciativa e incluso llegar a causarle lesiones físicas, como en algún caso ha sucedido.

Desde el nacimiento, el mismo bebé se encarga de provocar con sus gestos la respuesta que le estimula, por ejemplo, cuando la mirada que dirige a sus padres induce y encuentra una mirada al otro lado o cuando más adelante estira la mano casi pidiendo explícitamente que le pongan un sonajero entre los dedos. Hablarle, cantarle, tocarle, abrazarle, moverle arriba y abajo, jugando y riendo con él, son reacciones normales, que, sin pretender nada, estimulan naturalmente al bebé, pero que tienen por sí mismas el valor de la comunicación afectiva.

Muchas veces se puede acertar con la actividad que más conviene al niño simplemente dejándose llevar por los propios sentimientos y observando el comportamiento y la respuesta del bebé.

Desde un bebé recién nacido hasta una persona madura, todo lo que conocemos del mundo que nos rodea proviene de la interpretación de los mensajes recibidos por los sentidos. El desarrollo cerebral del niño/a depende, en gran medida de la cantidad y calidad de los estímulos que recibe, del entorno que les rodea y de la dedicación de las personas que le cuidantiene a su alrededor, por tanto, la riqueza de estímulos en intensidad, frecuencia y duración adecuada producirá un buen desarrollo del cerebro.


Os propongo una actividad de estimulación sensorial muy sencilla, teñir algodón con papel celofan, los peques lo pasan fenomenal, parece cosa de magia...
Simplemente es tener en una jarrita con agua caliente papel celofan del color que se desea teñir, cuando el agua haya alcanzado el color deseado se mete el algodón.

Después ese algodón se puede utilizar para pegar en collage, hacer manualidades...



Os iré proponiendo actividades de estimulación sensorial , muy sencillas de hacer y necesarias para el desarrollo del niño/a.

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